Os presentamos a Marcos Guerenabarrena, gran técnico de sonido con una dilatada experiencia en conciertos, teatros y televisión . Aquí os dejamos la entrevista que le hemos hecho. Esperamos que os guste.
¿Cómo surgió tu interés por el sonido?
Con el Yellow Submarine de los Beatles. Ese disco cambió mi vida de alguna manera que aún hoy desconozco.
¿Cuándo viste o cómo fue ese momento en el que decidiste dedicarte profesionalmente a ello?
A los 11 años escuché por primera vez el Yellow Submarine de los Beatles y me llamó mucho la atención la producción (en aquella época, desde mi punto de vista, los sonidos que se mueven, y cómo sonaban los instrumentos y las voces todas juntas). Le pregunté a mi padre qué había que estudiar para hacer eso y, 18 años después, aquí estamos.
Para ti, ¿qué requisitos debe cumplir un buen técnico?
Hay buenos técnicos de muchas formas distintas. Tantas como puestos posibles dentro del mundo sonoro. Pero, más allá de lo obvio (que es hacer un buen trabajo), puede que estar dispuesto a aprender, a enseñar y a arriesgar también. Hay que hacer inventos. Siempre puedes sacar algo bueno.
Cuando ecualizas una banda o a un artista por primera vez ¿qué puntos o qué cosas tienes más en cuenta?
Lo que más en cuenta tengo a la hora de plantear una mezcla es en qué género/s se mueve la banda. Trato de escuchar algo que hayan hecho para mezclar lo que a ellos les guste. Me gusta el momento de presentarse y charlar con la banda, ver qué onda. Crear un vínculo con ellos antes de empezar con los ruidos.
¿Qué consejo le darías a alguien que quiere iniciarse en el mundo del sonido?
Que se asegure de su vocación. Al final, tenemos un trabajo muy bonito, pero se echan muchas horas, el trabajo es duro, es trabajo físico y mental al mismo tiempo, se trabaja en grupos donde hay personas muy distintas… Si cree que le va a hacer feliz igualmente, solo hay algo más que añadir: Esfuerzo, constancia y sacrificio. Hay que estar verdaderamente dispuesto.
Cuando trabajas con músicos y artistas, ¿qué esperas de ellos?Sencillamente que tengan compromiso con su trabajo, como con cualquier profesional del sector que sea.
¿Qué escuchas diariamente?
Pues depende un poco del momento y del día. Solo hay dos géneros que no escucho habitualmente, que son el reggaeton y el punk. Por alguna razón no me entran.
¿Cómo ves el panorama actual?
La cosa está complicada, la verdad. Pero creo que, si todos ponemos de nuestra parte, podemos volver a sacarlo adelante. No solo en términos sanitarios. Hay que apostar por los proyectos cuando todo esto termine. No podemos quedarnos esperando a ahorrar o que nos toque la lotería. Hay que moverse.
PINGPONG Responde con una palabra .
Una ciudad: Rio de Janeiro
Una canción: The Letter – Joe Cocker
Un cantante: Etta James
Un libro: The art of mastering
Un músico: Jimi Hendrix
Una bebida: Cerveza
Una comida: ¿Vale toda?
Un bar/pub: Chile23
Un lugar: Picos de Europa
Un restaurante: La Roxia
Una película: El libro de la Selva
Un coche: Ford Mustang 1969
Algo que me encanta: Que el equipo de trabajo haga que todo salga rodado, con una confianza plena en el prójimo.
Algo que odio: Que el que la caga se esconda, o lo que es peor: que le eche la culpa a otro.
Anécdota:Nunca olvidaré el concierto de John Mayall en el teatro Nuevo Apolo de Madrid, donde tuve el honor de hacerle los monitores (y si, fue todo un honor trabajar para ese entrañable hombre. Una persona de lo más humilde).
De repente me encontré a un señor que podría ser mi abuelo montando en el escenario, moviendo cosas de un lado para otro y cargando peso. Me acerqué y sin acritud alguna, intentando ser educado, le sugerí que ya lo haría yo mismo. Que no necesitaba trabajar tan duro, que se fuera a descansar. Y [ojo] que no haría a mi abuelo trabajar por nada del mundo (desde lo más profundo de mi corazón). Pues se levantó un robusto hombre de aproximadamente 1,70m y unos 85 años, me miró a los ojos y me dijo: no me llames abuelo. Y se empezó a reír. Cuando le vi la cara, era él. El auténtico John Mayall. El hombre que sacó a Clapton (y a muchos otros) del anonimato. Casi se me cae la cara de vergüenza. Pero me dio una valiosa lección de vida. A sus ochenta y tantos años, allí seguía. Al pie del cañón en sus conciertos. ¿Cuál es tu excusa?También me sorprendió la disposición de los monitores (muy a la antigua, de cuando todo era con los equipos de voces de los artistas. Se ponían las cuñas mirando hacia el público). No resulta fácil ajustar unos monitores como si fueran parte de la PA. Pero eso es otra historia.